Pimientos de Padrón

Iria Flavia es otro de los lugares mágicos de Galicia que con el paso del tiempo perdió lenta e inexorablemente presencia histórica en favor de Santiago de Compostela y Padrón.
El descubrimiento de la Tumba Apostólica y la creación del puerto medieval a orillas del Sar, justo donde hoy se encuentra la iglesia de Santiago, han sido dos de los motivos para el declive económico del lugar. La actividad económica, comercial y agrícola factor esencial en la vida de la comarca, se desplazó hacia la zona portuaria, Padrón, asimismo creció la superficie de cultivos hacia las laderas de los montes próximos. También hay historiadores que apuntan hacia los ataques vikingos como responsables directos de la traslación de la Sede Iriense hacia Santiago de Compostela, por la misma razón que la Sede Britona fue trasladada a Mondoñedo, la ciudad de Merlín “el mago” y familia.


Los siglos XVI y XVII son cruciales en la villa y alrededores, dado que las nuevas roturaciones de tierras, las quemas “controladas” para obtención de pastos, períodos de lluvias copiosas e inundaciones que provocan grandes sedimentaciones en la zona , causaron la pérdida de calado del puerto y con ella, el declive definitivo de Padrón favoreciendo el auge de otros puertos en la misma ría. Retomando el s. XVI, sabemos que puede ser el momento impreciso de la llegada del primer ancestro de este pimiento al territorio galaico (el mundo celta llama la atención por doquier), que será plantado por los monjes franciscanos del convento de Herbón. Herbón, no Padrón ni Iria, será el lugar donde será sembrada esa joya verdosa y de brillo hipnotizador, suave (a veces) que se come frita.


Entre el aluvión que cierra el puerto, las malas cosechas de principios del s.XVII, los campesinos del valle de Herbón se quedan sin parte de sus recursos, agudizándose la hambruna entre ellos, que será la causa probable por que los franciscanos les enseñarán a producir los pimientos que habían traído desde América. No debía de serles a aquellos campesinos muy agradable ese picor, a veces insoportable, por lo que se comenzó un estudio sin parangón genético-popular, que tiempo más adelante llegaría a oídos de ese fraile agustino… el padre Gregorio, más conocido como Johann Mendel, que realizaría la misma técnica con vulgares guisantes, hoy se le considera el padre de la genética (llevándose él la fama toda). Dicho estudio se llevó a efecto en aras de evitar esa quemazón horrorosa, a veces un tanto exagerada de los pimientos. Si pican los apartamos; esto quiere decir que por Ciencia puramente Empírica estos licenciados de hazada y zoca, aprendieron a diferenciar los que eran dulces de aquellos que los cargaba de maldad algún alma maléfica que de saberlo Torquemada habría aparecido para erradicar dicho mal de nuestras papilas gustativas. Deo Gratia no lo supo jamás, el Sumo Hacedor tuvo a bien llevárselo para bien de conversos y moriscos como para el futuro de los pimientos. Así con el paso del tiempo, dada la imperiosa necesidad de degustar los frutos del mar y de la tierra a donde se viaja, acabaron por convertir el pimiento en un producto básico para todo aquel que osa venir a Galicia. Hoy no se tiran ni se queman los frutos malditos por parte de los indígenas que los producen, no, se mezclan aviesamente por algún diabólico ser para que unos piquen y otros no, sobre todo cuando no estamos prevenidos, que es lo peor de este pérfido y vengativo fruto de la tierra, posiblemente por haberlo arrancado de su entorno natural para traerlo a este paraíso que es Galicia.


Es tal la magnitud del pimiento y su fama que lo celebramos generalmente el primer domingo de agosto para que nos arrepintamos (si pican) de no haber ido a la romería vikinga de Catoira. Así se calcularon las fiestas, mismas fechas, diferentes actos por una certeza que se repite año tras año: si un turista vuelve por las mismas fechas, así es desde siempre, no caerá nunca en el tedio ni el aburrimiento. De esta forma no se deja nada al azar ni a la buenaventura.

3 respuestas a «Pimientos de Padrón»

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