Santa Tecla, la silla de la creación

Tras la desembocadura de los dos últimos afluentes del río Miño, el Coura por Caminha (Alto Minho) y el Tamuxe en las afueras de A Guarda (Pontevedra), nos encontramos con un elemento único, singular y atrayente. Nos referimos al Monte de Santa Tecla. No hablaremos de si fue Santa Etheria o Egeria la introductora del culto a Santa Tecla, ni de Prisciliano. Tampoco hablaremos si las referencias son de la “Beata Thecla Virgine” (encontrada su tumba en Tarragona, en 1995, creo recordar) o de Santa Tecla de Iconio (hoy Konya, Turquía), no es tema de mi incumbencia. Podemos encontrar múltiples entradas en la red sobre tal asunto y posiblemente realizados los estudios por personas más cualificadas para ello.

En principio y si se me permite, va a ser difícil hallar una respuesta al inicio del asentamiento humano en el monte, posiblemente en los períododos finales del neolítico. Las excavaciones nos hablan del período comprendido entre el s. IV a.C. y el s. V de nuestra era. Otros mantienen la idea del origen en la Edad del Bronce… Puede ser que las guerras entre tribus, o esos comerciantes que se acercaban hasta estas costas favorecieran este asentamiento y otros, dada la desconfianza de los habitantes hacia ellos y algunos de sus “métodos comerciales”. Puede ser que los romanos lograran desplazar el centro económico hacia la actual villa, pero son aquellos momentos convulsos los que a partir del s. III o IV, a causa del miedo que es necesidad, hacen  que vuelvan a reocuparse los lugares que parecían abandonados. Sin olvidarnos de los posibles eremitorios existentes en el lugar a partir posiblemente del s. III, si bien he leído que ya había eremitas en el s. II, dados los hallazgos arqueológicos.  Aun así, me sigue intrigando su estructura, porque esa costa que se abre al vacío del fin del mundo, que tanto inquietaba a propios y extraños, con esas corrientes que nos llevan hacia donde el sol muere, puede ser que favoreciera algún tipo de culto o de “romería” que no desaparecerá, pero que se le dará cristiana estética en el medievo (entre el s XII y el s. XV). La muerte y sobre todo el camino de las almas hacia su nueva morada ha preocupado siempre al ser humano de diferentes maneras, con diferentes planteamientos.

Cuando comenzamos a subir por el monte, iremos viendo los caminos de peregrinación hasta que lleguemos al inicio de la zona excavada del castro celta, porque no todo está excavado, pero… da la impresión que la zona de culto, siempre en la zona superior, se encontraba rodeada por el poblado, que llegó a tener más de 3000 habitantes y según algunas fuentes hasta 5.000, siendo realmente enorme. Lo significativo es siempre la idea de protección que encierra la estructura de este asentamiento primitivo y también hacia lo que se guardaba o veneraba en esa acrópolis dedicada hoy a Santa Tecla, según nos cuenta la leyenda por habérsele aparecido a aquella pastora en sueños, propiciando el fin de aquella terrible sequía de la que se nos habla y el “inicio” de la procesión al santuario del monte en agradecimiento. Según otras tesis son los propios habitantes del entorno los que se deciden a subir y a ayunar hasta que la santa les haga caso, que se lo hace. La cuestión es que este santuario, según las excavaciones de 1994, se asienta sobre un lugar de culto preexistente y posiblemente de origen ¿visigodo?, dadas las tumbas encontradas en este lugar.

El castro es realmente interesante si no habéis tenido contacto con entornos parecidos. Hay casas de diferentes hechuras, redondas cuadradas y ovaladas. Encontramos depósitos de cereales (no me atrevo a llamarlos silos). Lo más seguro puede ser que en las proximidades de este lugar hubiera tierras muy fértiles que las hay, las aguas del Miño que proporcionan suministros importantes así como el mar, con moluscos de roca, crustáceos y peces varios. Entre los hallazgos arqueológicos se encuentra parte de lo que digo. Las gentes de ese lugar por cambios en la economía social, lo fueron abandonando, dejando lo inservible, lo roto… Seguro que nos ocurre lo mismo cuando nos cambiamos de casa, y sus casas eran pequeñas, a pesar de los esfuerzos por mantenerlo no se acercaba a las nuevas necesidades de esa sociedad cambiante de claros y oscuros, el frío, las humedades, la lejanía a los nuevos centros económicos…

Las vistas, no perdamos otro de los puntos claves de nuestra subida, para ello pagaremos, y efectuaremos el pago en el puesto de control, peaje necesario para el mantenimiento del lugar. Pasado el control estaréis llegando a la zona excavada, donde encontraréis las primeras vistas, comprendiendo el sentido estratégico del lugar, naves, ejércitos, caravanas… salvo los días de niebla o brumas todo era controlado desde este punto, allí veréis una de las entradas al castro. Encontrar los petroglifos os será difícil (alguno está cerca de la cabaña de la izquierda, en una gran roca), os recomiendo ir al museo (MASAT) situado en lo alto del monte, donde encontraréis un material impresionante, salvo lo robado o expoliado del monte, que no se sabrá nunca todo lo que de allí ha salido a lo largo del tiempo.

Tras la parada a la altura del castro, llegaréis a una casa de piedra, en sus proximidades comienzan dos VIAS CRUCIS,  el de mayor ornato y más reciente se debe al artista valenciano Vincent Mengual.

Monte, museo y vistas que son de lo mejor de esta tierra. Si en vuestra memoria hay sitio (un día) para perderse por esta parte de Galicia, id. Si queréis o veis necesidad de recorrer esa parte del territorio con un profesional del turismo, podéis contactar con nosotros.

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